Lo que debéis hacer es abrir el dispositivo lo antes posible, retirar la batería o pila(s) que tenga y sacar la placa o placas electrónicas que contenga. A continuación debéis sumergir las placas en alcohol isopropílico de una pureza mínima del 90% y frotar con cuidado la placa con un cepillo de dientes para eliminar la corrosión. El alcohol hará que el agua se evapore y detendrá la corrosión.
Una vez creáis oportuno que ha terminado de evaporarse y que esté libre de corrosión, volvéis a montarlo.
Antes de poner la batería podéis rezar a la deidad de vuestra religión o credo y cruzar los dedos que tengáis, porque en cuanto pones la batería es el momento en el que el dispositivo vive o muere.

Buena suerte.